sábado, 25 de enero de 2020

NECESITO UNA ISLA GRANDE de Rafael Soler




NECESITO UNA ISLA GRANDE

Rafael Soler

Sucede pocas veces que en la segunda página, el lector se vea inmerso en la historia, haya captado el ambiente,  conozca a tres personajes importantes de la trama y tenga información suficiente  para redactar su historia clínica si fuera preciso. Muy pocas veces ocurre que la habilidad del narrador,  en solo dos páginas, conquiste la atención del lector hasta el final de la novela.
Rafael Soler lo consigue   como gran experto del lenguaje, la ironía y la originalidad en literatura. Ya lo demostró en su anterior novela “El último gin- tonic” publicada en 2018. Y ahora se supera con “Necesito una isla grande”. Un lujo tener dos narradores, el de turno y Carmina. Mientras el primero relata los hechos tal como son, Carmina añade su ternura y sensibilidad en cada acontecimiento.
La vida de los personajes converge en la aventura de buscar la libertad que conduce a esa isla grande.  Un acontecimiento inesperado, una pequeña revolución y la determinación de los protagonistas, aúnan realidad y ficción  en ese viaje por la vida. La diferencia generacional, la lucha por el éxito, o mejor dicho, por salir del fracaso, también se suman a la carrera por la supervivencia, eso sí, de la manera más digna posible.
 Sorprende la manera que Rafael Soler trata a la muerte, en esta ocasión, hace sonreír y reflexionar. ¿Se muere despacito? Es tan grande la amistad que el finado administra su marcha a pulso lento, para que la despedida no sea trágica sino tan natural como debe ser, aunque Carmina diga:”Lo segundo que hizo Pulga al morirse del todo fue arrepentirse, justo es reconocerlo”.
He disfrutado con la lectura de “Necesito una isla grande” porque como dice Tomás, uno de los protagonistas: “siempre hay sol en una isla”. En esta isla, además luce el sol de la risa, de la emoción, del asombro, por eso es sencillo identificarse con ellos en  algunas situaciones. Sí, he disfrutado ese sol gracias a la magnífica  prosa de Rafael Soler, gracias a su exquisito sentido del humor y sobre todo gracias a su destreza para, incluso en narrativa, seguir siendo un poeta.